EUROPA
PRESS
15 diciembre
2019
¿Realmente
el yoga es bueno para el cerebro?
Los científicos han sabido durante
décadas que el ejercicio aeróbico fortalece el cerebro y contribuye al
crecimiento de nuevas neuronas, pero pocos estudios han examinado cómo el yoga
afecta el cerebro. Una revisión de la ciencia ha encontrado evidencia de que el
yoga mejora muchas de las mismas estructuras y funciones cerebrales que se
benefician del ejercicio aeróbico.
La revisión, publicada en la revista 'Brain
Plasticity', se centró en 11 estudios sobre la
relación entre la práctica del yoga y la salud del cerebro. En cinco de los
estudios participaron personas sin antecedentes en la práctica del yoga en una
o más sesiones por semana durante un período de 10-24 semanas, comparando la
salud del cerebro al comienzo y al final de la intervención. Los otros estudios
midieron las diferencias cerebrales entre las personas que practican yoga
regularmente y las que no.
Cada uno de los estudios utilizó técnicas de imágenes
cerebrales, como resonancia magnética, resonancia magnética funcional o
tomografía computarizada de emisión de fotón único. Todos involucraban Hatha
yoga, que incluye movimientos corporales, meditación y ejercicios de
respiración.
"A partir de estos 11 estudios, identificamos algunas
regiones cerebrales que aparecen constantemente, y sorprendentemente no son muy
diferentes de lo que vemos con la investigación sobre el ejercicio",
explica Neha Gothe,
profesora de kinesiología y salud comunitaria de la Universidad de Illinois,
quien dirigió la investigación con la profesora de Psicología de la Universidad
Estatal de Wayne Jessica Damoiseaux.
"Por ejemplo, vemos aumentos en el volumen del
hipocampo con la práctica del yoga", explica Gothe.
Muchos estudios que analizan los efectos cerebrales del ejercicio aeróbico han
demostrado un aumento similar en el tamaño del hipocampo con el tiempo, añade.
El hipocampo está involucrado en el procesamiento de la
memoria y se sabe que se reduce con la edad, recuerda Gothe,
y "también es la estructura que primero se ve afectada en la demencia y la
enfermedad de Alzheimer".
Aunque muchos de los estudios son exploratorios y no
concluyentes, la investigación apunta a otros cambios cerebrales importantes
asociados con la práctica regular de yoga, señala Damoiseaux.
La amígdala, una estructura cerebral que contribuye a la regulación emocional,
tiende a ser más grande en los practicantes de yoga que en sus compañeros que
no practican yoga. La corteza prefrontal, la corteza cingulada y las redes cerebrales, como la red de modo
predeterminado, también tienden a ser más grandes o más eficientes en aquellos
que practican yoga regularmente.
"La corteza prefrontal, una
región del cerebro justo detrás de la frente, es esencial para la planificación,
la toma de decisiones, la multitarea, pensar en sus opciones y elegir la opción
correcta, apunta Damoiseaux. La red en modo
predeterminado es un conjunto de regiones cerebrales involucradas en el
pensamiento sobre el yo, la planificación y la memoria".
Al igual que la amígdala, la corteza cingulada
es parte del sistema límbico, un circuito de estructuras que juega un papel
clave en la regulación emocional, el aprendizaje y la memoria. Los estudios
también han encontrado que los cambios cerebrales observados en las personas
que practican yoga están asociados con un mejor rendimiento en las pruebas
cognitivas o medidas de regulación emocional.
El descubrimiento de que el yoga puede tener efectos
similares en el cerebro al ejercicio aeróbico es intrigante y merece más
estudio, avanza Gothe. "El yoga no es de
naturaleza aeróbica, por lo que debe haber otros mecanismos que conduzcan a
estos cambios cerebrales, cuestiona. Hasta ahora, no tenemos la evidencia para
identificar cuáles son esos mecanismos".
Gothe sospecha que mejorar la
regulación emocional es una clave para los efectos positivos del yoga en el
cerebro. Los estudios relacionan el estrés en humanos y animales con la
contracción del hipocampo y un peor rendimiento en las pruebas de memoria, por
ejemplo, añade.
"En uno de mis estudios anteriores, estábamos
analizando cómo el yoga cambia la respuesta al estrés del cortisol, prosigue.
Descubrimos que aquellos que habían hecho yoga durante ocho semanas tenían una
respuesta atenuada del cortisol al estrés que se asociaba con un mejor
rendimiento en las pruebas de toma de decisiones, cambio de tareas y
atención".
El yoga ayuda a las personas con o sin trastornos de
ansiedad a controlar su estrés, asegura. "La práctica del yoga ayuda a
mejorar la regulación emocional para reducir el estrés, la ansiedad y la
depresión. Y eso parece mejorar el funcionamiento del cerebro", explica la
experta.
Los investigadores dicen que hay una necesidad de más
investigación rigurosa sobre los efectos del yoga en el cerebro. Así,
recomiendan grandes estudios de intervención que involucren a los participantes
en el yoga durante meses, relacionen los grupos de yoga con los grupos de
control activo y midan los cambios en el cerebro y el rendimiento en las
pruebas cognitivas utilizando enfoques estándar que permitan comparaciones
fáciles con otros tipos de ejercicio.
"La ciencia apunta a que el yoga es beneficioso para la
función cerebral saludable, pero necesitamos estudios de intervención más
rigurosos y bien controlados para confirmar estos hallazgos iniciales",
concluye Damoiseaux.